lunes, 26 de diciembre de 2011


Capítulo 10. Pues la sorpresita es que…

Miércoles. Quizás el mejor día de la semana después del sábado, claro. Clases relajadas, pero hoy tocaba solucionar el problema. Sí, intentar arreglar esa gran cagada de la noche anterior. Aún tenía dentro de mí ese sentimiento de culpa. No iba a ser fácil hablar con Juan, además esto de hablar en persona estas cosas no se me da bien. Nunca había estado en esta situación, realmente, nunca la había cagado tantas veces como ahora. De todas formas, espero que sea verdad eso de que de los errores se aprende, porque si no la llevo clara… Hoy me recogía Noe, no teníamos mucha conversación por lo que la mayor parte del camino estuvimos calladas. Llegamos, allí estaban todas. Nos saludamos como siempre, un beso a cada una y empezamos con las tonterías. Miré a mi derecha y allí estaba, sí, es el que estáis pensando: Juan… Me miró y giró la cabeza para otro lado… Era normal. A primera hora; Biología… Vale, una clase tranquila, Matías empezaría a explicar como siempre, a su bola. Nunca nadie le presta atención. Me senté al lado de Anabel, no pertenece a mi grupo de amigas, pero me llevo genial con ella, empezó con el cachondeo pero la verdad es que cada vez que miraba a Juan se me quitaban las ganas de seguir con las tonterías, ella se dio cuenta por lo que me obligó a que se lo contara todo. Me dijo:
-Tía te pasaste tres pueblos, es normal que esté cabreado…
-Ya lo sé, no me hagas sentir más culpable…
-Venga vamos, no seas tonta, verás como al final se arregla todo
-No creo... puf
-Que sí, loca que de aquí a dos días se le ha olvidado…
-Eso espero…
Me sonrió y me abrazó… Siempre está para ayudarme, siempre.
De repente y por primera vez en todo el curso el de Biología se enfadó. Hoy por desgracia se ha dado cuenta de que nadie le presta atención, nos ha salido caro. Un trabajo sobre la meiosis y la mitosis para el viernes y 15 ejercicios. Genial. Como ahora tenía tanto tiempo… Las siguientes horas me las salto, nada de interés. Hasta el recreo. Es entonces cuando decidí que ya era hora de hablar con Juan. Fui hasta donde estaba y le dije que solo serían unos minutos, no quería, pero finalmente lo convencí:
-Juan, de verdad que lo siento, me pasé, soy idiota, estaba cabreada y lo pagué contigo.
-Bah, es igual, lo que importa es que lo dijiste y punto.
-Sí, lo dije pero no es lo que pienso…
-Ah ¿no? ¿Y entonces qué piensas?
-Pienso que fue una noche diferente, que estuvo bien, pero es que tú y yo no estamos hechos para ser pareja…
- Ya, claro, excusas… Que sí, que ya lo dejaste bastante claro anoche…
-Que no Juan, que no en serio, que no es eso…
-Carla, déjalo… Ya no valen excusas…
-¡Que no son…!
Se fue, sí se fue… Joder, no hay forma, no tenía arreglo, pero la verdad es que llevaba razón… ¿Con qué derecho le reclamaba yo nada?
De pronto vino Anabel y me preguntó qué tal, se lo dije y me hizo una mueca con la boca, eso sí, me volvió a asegurar que se arreglaría…
Es que no sé, Juan no era cualquier amigo, él era un amigo de los de verdad, siempre había estado para ayudarme, siempre… Pero bueno, los amigos van y vienen… Espero que él no se vaya para siempre…
15.00 Cada uno para su casa… Hoy sí me recogía Mario, disfruto cada vez que lo veo llegar… Todas las chicas se quedan embobadas, es que es tan guapo, puedo presumir de hermano ja ja ja. Llegamos a casa y me dijo:
-Hay una sorpresita para ti….
¿Qué sería? Ya me estaba poniendo nerviosa… Entré corriendo a la cocina y allí estaba mi madre sentada con una enorme sonrisa:
-Carla, hemos pensado en una sorpresita que creemos que te va a venir bien, últimamente te notamos un poco apagadilla…
¿Pero como lo hacía mi madre? Siempre se daba cuenta de todo…
-¿Y? Mamá, no me dejes con la intriga, ¿qué sorpresa es?
No tenía ni idea de lo que podía ser… Y mi madre como es tan intrigante me tuvo un rato en vilo.
-Pues la sorpresita es que…

sábado, 17 de diciembre de 2011


Capítulo 9. Confusiones.

Fue una noche bonita, diferente, atrevida. Pero nada más. Eso por mi parte, sin embargo por la suya fue algo más. Sí, algo así como lo que pasó con Damián y conmigo. Ahora yo era la ‘mala’. Ahora ya lo entendía a él. Se lo dije una vez, y otra y otra. No quería nada más. Fue un rato, sólo un rato. No quería que tuviera tanta transcendencia. Pero él estaba empeñado en que me quería, en que había sido muy bonito y que nos queríamos. Si yo a él lo quiero, no lo niego. Pero es un cariño amistoso, no estamos hechos para ser pareja. No. Él está empeñado en que sí. Me agobia. Siempre está a mi alrededor recordándome esa noche, esa maldita noche. Ya estaba empezando a arrepentirme de mis actos otra vez. ¿También la había cagado por besarlo? ¿Es que siempre la tengo que liar? No pienso, yo sabía que le gustaba. Ahora dice que juego con sus sentimientos, pero no, esa no era mi intención. Vamos, que siempre tengo que hacer algo mal. Siempre tiene que haber confusiones. Juan, solo eres mi amigo… Esa era la frase que protagonizaba todas mis conversaciones con él. Pero no conseguía que él la entendiera. Amigos, solo amigos. Siempre de buena gana. Pero esta vez me pilló cabreada, harta. Y sí, la pagué con él. Fui muy borde. Le dije que nunca estaría con él, que lo utilicé para divertirme un rato y que esa noche no había significado absolutamente nada para mí. Espera. Un momento. Sí, le había dado a enviar. Ahora sí que la había cagado… ¿Pero cómo podía ser tan gilipollas? Era mi amigo… ¿Qué le había dicho? Lo volví a leer y me tragué cada letra duplicada. ¡No, no no! Había sido demasiado dura. Sé lo que es estar enamorada y ahora mismo lo había destrozado. Intenté arreglarlo pero ya era tarde. Se desconectó. Normal. Pensé en enviarle un SMS, pero es que no tenía sentido, ya lo había dicho, sin pensar, sin saber. La había cagado y solo podía arreglarlo en persona, aunque no creo que quisiera hablar conmigo… Me fui a la cama y empecé a golpear la almohada. ¿Por qué? Juan siempre se había portado genial conmigo, había estado a mi lado siempre que lo necesitaba, me había sacado un montón de sonrisas y ahora se lo pagaba así. Doy pena, de verdad… No me merezco su cariño, no… Ana me llamó para mantener nuestras conversaciones diarias nocturnas pero no tenía ganas. Le colgué el teléfono. Tal vez la hubiese cagado ahora también con esto, pero ya me daba igual. Yo había nacido para equivocarme en todo lo que me propusiera hacer, no tenía solución. Yo era como un problema de mates imposible de resolver, al que finalmente dejas apartado y olvidado. Esa era yo, no quería pensarlo pero es que tengo el don de hacer las cosas mal. Soy una desagradecida. ¡Agg! ¿Por qué no pienso un poquito antes de hablar? Finalmente me quedé dormida. Harta de ser yo misma. Confusiones y más confusiones que siempre acaban en errores, en grandes errores.

miércoles, 14 de diciembre de 2011


Capítulo 8. Una noche diferente.

La música estaba a todo volumen y empezamos a bailar y a bailar como locas.  Cada vez llegaba más gente, gente a la que solo conocía de vista, pero molaba. Cuanta más gente menos atención te prestan. Había alcohol por lo que al poco tiempo estábamos todos muy contentos. La verdad, es que a mí el alcohol no es algo que me guste mucho, prefiero la Coca-Cola pero por una noche no pasaría nada. Ana se marchó con su novio, igual que hicieron todas. Yo me quedé sola bailando y me empezaba a aburrir. ¿Por qué no podía yo tener también novio? De repente se me acercó Juan. Estuvimos un rato bailando y hablando. Los dos estábamos con el puntillo por lo que por cualquier tontería nos tronchábamos de risa. A veces nos acercábamos demasiado, hubo un momento en el que estuvo a punto de besarme, pero entonces decidí ir al servicio.

-Carla: Juan, ¿dónde está el cuarto de baño?

-Juan: Al fondo a la derecha.

Me eché un poco de agua en la cara para despejarme y luego me volví a pintar los ojos. Me quedé pensativa y salí con mucha energía. Me planté delante de Juan y lo besé. Esta era mi noche, no iba a desperdiciar mi oportunidad. Así estuvimos un rato de tontería, entre beso y beso hasta que me cogió de la mano y subimos las escaleras. Me llevó a su cuarto. Ahora estábamos los dos solos. Nos tumbamos en la cama y seguimos. Besos y más besos. De repente él empezó a querer más y más. Quería quitarme la falda. Pero no, ya no cedería tanto por lo que negué con la cabeza. De repente me sonó el móvil. Era Noe, quería saber donde estaba, que ya se iban. Miré el reloj, eran las 3. Por lo que le dije que me esperaran en la puerta que ya salía. Me despedí de Juan con un beso y me fui. Allí estaban ellas y de repente me llegó el interrogatorio. Se lo resumí en un: Me he liado con Juan, pero no hemos llegado a más.
Empezaron a gritar, a reír y a abrazarme.


Noe: ¿En serio? ¡Qué fuerte!

Paloma: Hacéis buena pareja…

Cris: ¿Bueno y qué? ¿Sois novios o no?

Carla: Por dios, no me agobiéis jajaja No, no somos novios, ni lo seremos, solo amigos, solo ha sido un rato, besos y ya está…

Yo sonreía aunque no dejaba de pensar en lo que había pasado. Y sí, mi presentimiento se había cumplido. Esta había sido una noche diferente, genial. Tal vez me ayudara a olvidarme de Damián, pero no, eso no podría ser. Serían demasiados olvidos en poco tiempo. Primero olvidarme de Marcos, después de Damián… No, la distancia y el tiempo consiguieron olvidar a Marcos con ayuda de Damián, pero el clavo de Damián es muy difícil de sacar, Juan no es suficiente.

martes, 13 de diciembre de 2011


Capítulo 7. Ni yo misma me entiendo.

Sábado. Esta noche he quedado con varios compañeros de clase. Espero mejorar mi estado de ánimo porque hoy es un día gris, muy gris. Desde que me levanté siento que me falta algo, pero no sé el qué, estoy nostálgica, me apetece estar sola... Puf.. ¿Qué me pasa? Yo nunca he sido así, siempre estaba sonriendo, nunca me rayaba, pero últimamente me paso la mayor parte del tiempo encerrada en mi cuarto. Apenas estoy con mis hermanos pequeños, ya no juego con ellos. Ya no hablo tanto con Mario y con mis padres lo justo y necesario. Estoy cambiando, ese es el problema. Estoy empezando a madurar y no me gusta, quiero seguir siendo como era, sin preocuparme por lo que me puede hacer daño. Pero ya es tarde. Llevo un tiempo negándome a cambiar, negándome a ser quien no quiero ser pero ya es hora de que lo acepte. A esta edad todo son cambios, y algunos no nos gustan pero más me vale aceptarlos pronto.
María y Lucas vinieron a mi habitación, querían jugar al escondite como siempre.

Lucas: Carla, ven a jugar con nosotros al escondite porfa…

La verdad es que no me apetecía, pero me negaba a seguir aislada, así que acepté.

Carla: Claro que sí pequeñajo… ¡Ya voy! Iros escondiendo que si no os encuentro nada más empezar jajajaja

María: No nos encontrarás, ya tenemos escondite… Jajaja ¡Vamos Lucas!

Me sacaron varias sonrisas. Así me pasé 2 horas, jugueteando con ellos y corriendo por todo el piso. Finalmente nos fuimos a ver una peli. Una peli romántica, de las que hacen llorar, pero la verdad es que estuve la mayor parte del tiempo hablando con Mario. Realmente no recuerdo ni el nombre de los protagonistas. Me contó que tal le iba con Raquel, con sus amigos y me ofreció ir mañana al cine con ellos. La verdad es que molaría mucho y ya de paso conocería mejor a Raquel. Pero le dije que no, últimamente decían que me gustaban sus amigos e iba a parecer que iba por ellos, paso.
Cuando terminó la peli me fui a duchar. Cogí la falda que me había comprado mi madre y una camiseta lisa. Me vestí. Me pinté los ojos un poco  más marcados y me dejé el pelo rizado y suelto. Es así como me gustaba. Me puse unos zapatos planos y una chaqueta. La verdad es que el día había mejorado muchísimo y es que ni yo misma me entiendo, en una simple tarde puedo cambiar mi estado de ánimo radicalmente. Tenía ganas de salir esta noche, muchas ganas, y tenía el presentimiento de que algo pasaría. Ojalá que fuese algo bueno. A las 9 llegaron las chicas a por mí. Me despedí de mis padres y de mis hermanos y les dije que no me esperaran despiertos. Hoy llegaría tarde. Aprovecharía la noche al 100%.
Salí y entre risas y tonterías llegamos a la casa de Juan. Allí era la fiesta. Sus padres no estaban ese fin de semana en casa y como vivía a las afueras del pueblo, no molestaríamos a nadie. ¡Genial!

lunes, 12 de diciembre de 2011


Capítulo 6. Consecuencias.

Sí, por fin… Un momento de calma en tiempos de tempestad. Mis padres se han reconciliado. Se han pasado más de tres días entre lo arreglo o no lo arreglo y finalmente mi padre ha optado por tomarse unos días de vacaciones y pasarlos en casa, con mi madre, en familia. Y es que el trabajo es el único culpable de los problemas que tienen. Mi padre se agobia fácilmente y lo paga con mi madre.
Más novedades… Mario tiene novia… Me debería de alegrar pero realmente no me gusta, no sé, lo quiero mucho pero cuando tienes pareja sufres, hay problemas y no quiero que se raye. Ella se llama Raquel, la he visto un par de veces y se ve simpática pero no sé, soy egoísta, es mi Mario y no quiero que sufra, así que más le vale tratarlo bien.
Respecto a Damián todo va igual, solo amigos. Ahora se pasa el día comiéndole la boca a la otra y yo me tengo que aguantar, es un poco tonto pero estoy empezando a ‘darle celos’ con Juan. A ver, ni siquiera es darle celos pero quiero que vea que él no es el centro de mi mundo aunque sí lo es pero en fin… Se puede decir que estoy utilizando a Juan. No es justo que lo utilice, es un gran amigo y creo que le gusto, pero a ver, está bastante bien y por un poco de tonteo no pasará nada. Aunque sé que al final se liará. Y bueno así me paso los días. Apenas presto atención a los estudios. Estoy bajando muchísimo las notas, pero es que tengo demasiados problemas como para añadir más. Y es que ahora hay otro nuevo. A ver, no es un problema, o sí. Depende de cómo se mire. Mi madre está embarazada. Sí. EMBARAZADA. Ya somos 3 hermanos, estábamos bien así, pero ahora aumentará la familia. No sé si ha sido un descuido o que así lo han planeado mis padres, aunque me decanto más por la primera opción. De todas formas sea lo que sea, es un hermano más. Y es que esto es lo que tienen las reconciliaciones en los mayores. Una noche de pasión y ¡paam!.
Y es que desde que llegamos a este pueblo no paran de suceder cosas nuevas en mi familia. Pero vamos, que seguro que aún quedan muchas más. Todo se verá con el tiempo.

viernes, 9 de diciembre de 2011


Capítulo 5. Cuando las cosas se tuercen.

Todo iba bien. Mi relación con Damián seguía igual. Ni adelante ni atrás. Dos amigos que se quieren pero que al final ninguno de los dos se atreven a dar el paso. Quizás el miedo al compromiso. Quizás el miedo a fallar. Quizás la inseguridad. Quién sabe. Lo que sí sé es que cada día que pasa me gusta más y más. A Marcos ya casi lo tengo olvidado. Es pasado, mi ex. Nada más. Pero como siempre, las cosas se tuercen. Llega esa época en la que todo sale mal. TODO. En la que todos los problemas vienen de golpe a acabar contigo. Mi padre apenas está en casa con el trabajo y cuando viene se las pasa discutiendo con mi madre. Ayer fue la peor pelea que jamás había visto entre ellos. No paraban de gritarse. Mario intentó mejorar el ambiente pero fue imposible. Las voces terminaron con el portazo de mi padre al salir de casa. Desde entonces no ha vuelto. Mi madre se encerró en su cuarto y desde fuera se la escuchaba sollozar. Mario estaba muy cabreado. No me quise ni acercar a él, por lo que me llevé a Lucas y a María a mi cuarto. Estaban asustados, sabían lo que había sucedido y no les gustaba… Cuando llegamos a mi habitación María me dijo algo que hasta yo había llegado a pensar:
María: Carla, ¿papá y mamá se van a divorciar?
Carla: No cariño, estas peleas son normales entre enamorados…
María: Pero es que papá se ha ido de casa. Yo quiero que esté aquí, con nosotros…
Carla: Ya, María, mañana volverá, esto es un berrinche como los de Lucas que finalmente se solucionan…
María: Eso espero, que yo no quiero que se separen…
Carla: No lo harán.
Le sonreí y le di un beso en la frente… No me gustaba que mi hermana pensara estas cosas, pero era normal…
Finalmente los acosté y los acurruqué en la cama hasta que se durmieron y posteriormente lo hice yo. Esto no me gustaba ni un pelo.
A eso de las 7:00 me sonó el despertador. Lo programé antes porque sabía que me iba a tocar arreglar a mis hermanos. Mi madre no estaría con ánimos de levantarse por lo que me acerqué a su cuarto y le dije que no era necesario, que yo me encargaría de todo. Preparé mi desayuno y el de mis hermanos. Me fui al cuarto de baño a peinarme y después fui a mi habitación a despertarlos y a vestirlos. Fueron obedientes y desayunaron rápidos. Los dejé preparados, Mario se encargaría de llevarlos al colegio. Me recogió Paloma y nos fuimos para el instituto. Tenía la mente en otro lugar, no sabía lo que ocurría a mi alrededor y así me pasé el resto del día. A las 15.00 de vuelta a casa. No había venido Mario, qué raro. Estuve esperando unos 5 minutos y al ver que no llegaba me decidí a volver andando. Abrí la puerta y entré. Papá estaba en casa. Corrí y lo abracé, pero estaba serio, muy serio. Mi madre también y Mario, incluso mis hermanos pequeños. No entendía qué pasaba …
Carla: ¿Qué ocurre?
Mario: Nada…
Papá: No pasa nada, hija… Venga siéntate a comer…
Carla: Sí que pasa, Mario, ni siquiera has venido a recogerme…
Mario: Lo siento, no he podido…
Carla: Sí claro, aquí pasa algo y no me lo queréis contar, como siempre…

Acabé de comer, recogí la mesa y me fui a hacer los deberes. Tenía bastantes y la verdad es que me venía bien pasarme la tarde ocupada. Llegó la noche y ni siquiera me apetecía cenar. Me tomé un simple yogur y me fui a la ducha. Estaba mal, no me gustaba que mi familia estuviese así. No me gustaba esta situación. Joder… Las cosas habían cambiado muchísimo. Mi vida ya no era la de antes y no quería que todo cambiara. Me duché… Una ducha larga y reconfortante. Algunas lágrimas se perdieron en el agua que caía, finalmente salí pero aún había algo peor. La lucecita roja de la blackberry no paraba de parpadear. Un SMS. Era de Damián, me pedía que me conectara al tuenti que teníamos que hablar. Me puse el pijama rápidamente y me fui a mi cuarto con el portátil. Ahí estaba él conectado y comenzamos a hablar.
Carla: Holaa! ¿Qué pasa?
Damián: Hola, verás, ya no aguanto nuestra situación, estamos en el ‘’ni contigo ni sin ti’’ y la verdad es que yo necesito a una novia…
Carla: Ya, pero si quieres…
Damián: No, ya es tarde, lo siento, pero ya la tengo, con ella intentaré olvidarme de ti, la quiero…
Carla: ¿Ya? ¿Olvidarte de mí? Lo siento pero no me lo creo… No me has querido, pero genial, que te vaya bien…
Damián: De verdad que lo siento…
Mentira, todo era mentira… Ni siquiera le contesté, cerré tuenti y adiós. Él nunca me había querido ¿O sí? No lo sé…  Puff, siempre algo tiene que salir mal… Bueno, últimamente no es algo… Últimamente todo sale mal, no sé cuanto más voy a aguantar.
Me fui a la cama. No tenía ganas de nada. No quería empezar un nuevo día. Aunque la verdad es que no creo que pudiera ser peor que el de hoy.


Capítulo 4: Amores espontáneos.

Hoy es sábado por la tarde. Me ha llamado Damián, quiere que salgamos juntos a dar un paseo. Últimamente ha estado muy cercano a mí, mis amigas dicen que le gusto, a ver, quiero olvidarme de Marcos como sea, y bueno, Damián me gusta, me gusta bastante, pero sé que él a mi sólo me quiere para un rollo, nada serio. De todas formas yo estoy un poco inquieta, ¿qué haremos? Dice que viene a recogerme a la plaza que hay al final de mi calle. Genial. Así mi madre no me podrá tener controlada. Pero ahora tengo otro problema. ¿Qué ropa me pongo? Siempre lo mismo. Tengo que ir a comprarme ropa YA. Finalmente me decidí por unos pantalones cortos vaqueros altos. Hacía bastante calor y de arriba me puse una camiseta de ‘I Italia’ chulísima que me había regalado Mario. Me puse unas sandalias y me fui a peinar. Me recogí dos trenzas, el flequillo como de costumbre y me pinté los ojos. Me fui a despedirme de mi madre diciéndole que había quedado con Ana. Se lo tragó. De todas formas ya había hablado con ella. Ana iba a salir con su novio, por lo que le diría a su madre que iba a dar un paseo conmigo. Vale, estaba todo planeado. Nada podía salir mal, A las 6 estaba yo ya en la plaza. Llegó Damián. Uff.. Me empecé a poner nerviosa. Me dijo que iríamos a dar un paseo. Llevaba una mochila con agua y comida, por si nos daba hambre. Salimos del pueblo y nos metimos en el campo, nos sentamos bajo un árbol y decidimos comer algo. Estuvimos hablando y la verdad es que me reí mucho, no conocía esa faceta de él. De repente me cogió y me abrazó, me abrazó muy fuerte. Me hizo sentir parte de él. No sé por qué pero me encantó, no quería que me soltara y él parece que tampoco. Unos instantes después me soltó… Nos quedamos separados por unos milímetros y me miró a los ojos. Yo quería besarlo, era lo único que me apetecía, sentía su respiración cerca, muy cerca, mi corazón palpitaba cada vez más deprisa, las manos me empezaban a sudar, él se acercó aún más a mí, me besó la mejilla y después continuó hasta la boca. Sus labios contra los míos. No podía creérmelo. Ese beso me hizo olvidar a Marcos, hacerlo formar parte de mi pasado. Después se separó un poco y me dijo:
-Me gustas, Carla.
Yo me puse roja, no sabía qué decir.
Me volvió a besar y me abrazó. Es entonces cuando en medio de mi confusión interior decidí irme. Le dije que tenía prisa y ni siquiera lo esperé. Corrí hasta el pueblo sonriendo, no me lo podía creer… Llegué a casa y me encerré en mi cuarto, le mandé un SMS a Ana diciéndole que ya estaba en casa, y de paso le conté lo sucedido. Ella ya estaba de vuelta para la suya, se emocionó mucho y me preguntó todos los detalles. Finalmente, solté el móvil y cerré los ojos. Pensé en todo lo sucedido, en el beso, en los abrazos, pensé en Damián y finalmente me quedé dormida. Me despertaron las voces de mi madre llamándome para comer. Pizza. Acabé rápido. Estaba tan feliz que no tenía hambre. Me duché con la música a todo volumen y finalmente me fui a mi cuarto a ver la TV. De repente llegó Mario, él siempre se da cuenta de cómo estoy. Vino y se tumbó en la cama conmigo, me preguntó que qué había pasado para estar tan feliz. Siempre se lo cuento todo, pero no sé, esta vez me daba vergüenza, tal vez no le gustase Damián por lo que solo le dije:
-Nada Mario, simplemente hay un nuevo chico.
Lo miré y le sonreí, él se dio cuenta de que no le iba a decir quien por lo que simplemente me dijo:
-Me alegro
Me sonrió y me dio un abrazo. Acto seguido salió de mi habitación. De verdad, tengo el mejor hermano mayor del mundo. A eso de las 00:30 estaba ya harta por lo que decidí irme a dormir. Es justo entonces cuando suena mi móvil. Un SMS:
‘Que duermas bien preciosa. No se me olvida esta tarde. Me gustas (L)
Damián.’
Bua, una sonrisa inmensa se me dibujó en la cara. Puse el móvil en silencio, cerré los ojos y me quedé dormida tras la que yo diría la mejor tarde desde que llegué al pueblo. 

miércoles, 7 de diciembre de 2011


Capítulo 3: Los echo de menos.

Los siguientes días no estuvieron mal. En el instituto me pasaba la mañana con Ana y sus amigas, la verdad es que son muy buena gente. Me divierto con ellas y cada vez les cojo más confianza. Sí, se puede decir que son mis nuevas amigas. Aunque bueno, en esta última semana he estado rara. No paraba de acordarme de los buenos ratos que echaba en la ciudad. Además lo de hablar con mis amigas por tuenti no ha sido buena idea, me ha hecho darme cuenta de que las echo mucho más de menos de lo que yo pensaba. Me contaban todo lo que hacían, y sí, ellas también me echan de menos pero sus días no tiene nada que ver con los míos. Se divierten todas juntas, solo les falto yo, pero a mí me faltan ellas. Y lo peor de todo es que no me puedo quitar de la cabeza a Marcos. Es imposible. Lo tengo en mi mente noche y día. Esta última semana he hablado bastante con él. Dice que sí, que  estamos bien de amigos, no sé, puede que aún sienta algo por mí, pero no tengo derecho a pedirle que volvamos, además no tiene sentido. Ni siquiera nos podríamos ver en persona. Le conté mi historia a Ana y me está ayudando bastante, creo que de aquí a poco tiempo se convertirá en mi mejor amiga. Dice que intente fijarme en otro. Damián es un buen candidato, lo tengo sentado en varias clases a mi lado y la verdad es que es muy guapo. Es el típico chulo que tiene locas a todas las chicas, y la verdad es que sí, todas están embobadas con él. Tal vez algún día pueda llegar a atraerme lo suficiente como para empezar una relación con él, quién sabe, pero además, yo no creo que le guste. No creo que sea su tipo de chica. Ana dice que hacemos buena pareja pero no, no me puedo quitar de la cabeza a Marcos. Joder, pero ¿por qué lloro? Creí que ya lo tenía superado pero no, no puedo evitar llorar cada vez que lo siento lejos, cada vez que hablo con él… No puedo evitar llorar cada vez que pienso en todo lo que he dejado atrás, era mi vida. Era feliz en la ciudad, con mis amigas, con mi novio… 8 meses llevábamos juntos. Pero no, justo cuando más feliz era tengo que irme lejos, como si todo hubiese sido un sueño, y este el despertar a la realidad. Toca empezar de cero. Al menos tengo a gente genial a mi lado, pero no es lo mismo. Marcos, te quiero. Amigas, os echo de menos. Tiempo, retrocede, quiero volver atrás, pero no puedo… Es imposible.

martes, 6 de diciembre de 2011


Capítulo 2. Primer día de clase.

Apenas había podido dormir. Los nervios se habían apoderado de mí. Sería mi primer día de clase en un instituto nuevo, en el que no conocía a nadie. ¿Cómo me recibirían? Tenía que causar buena impresión… Pero… Joder… Las 7:30, suena el despertador. Me levanto. Cojo el móvil, tenía un SMS, era de Xisca, una de mis amigas de la ciudad. Me había escrito para desearme suerte. Le contesté rápidamente con un simple: ‘Gracias, te quiero’. Me levanté y fui al servicio a lavarme la cara. Volví a mi cuarto y me vestí. Unos vaqueros largos y una camiseta básica blanca. De zapatos, unas convers. Quería ir simple. Llegué a la cocina y allí estaba mi madre. Me había preparado el desayuno, aunque la verdad no tenía hambre. Me bebí el vaso de leche y dejé las galletas encima de la mesa. Volví al cuarto de baño para peinarme. Opté por dejarme el pelo suelto y rizado. Me alisé el flequillo con la plancha y me pinté un poco la línea del ojo, como normalmente hacía. Me colgué la mochila y salí fuera. Las 8:15. Era Mario el que me llevaba hoy al instituto. Me monté en el coche, en el asiento del copiloto. Estaba tensa, muy tensa. Cuando llegamos Mario me guiñó un ojo y me dio un beso… Él era el mejor, pero de todas formas yo seguía igual de nerviosa. Me bajé del coche y entré al recinto del instituto. Era un edificio bastante pequeño en comparación con el de la ciudad. Todo el mundo me miraba, bajé la mirada y me fui al tablón de anuncios para ver a qué aula tenía que ir. Busqué mi nombre en la columna de 4ºA. Vale, mi aula era la número 6. Tercera planta. Sonó el timbre y subí las escaleras. Llegué a la puerta de mi aula. Había unos 50 alumnos allí. Me llamaron y entré a clase con 19 compañeros más. Ahora tocaba presentarme. Todos se conocían de otros años por lo que a mí me tocó el marrón de ponerme ante todos y hablar un poco sobre mí. Dije mi nombre, mis hobbies, y me describí un poco. Uff, que vergüenza. Finalmente me senté, casi al final. Tenía a un lado a una muchacha llamada Ana y al otro lado a un chico llamado Damián. La verdad es que era bastante guapo. No dije nada durante las 2 horas en las que la tutora nos estuvo hablando de los objetivos del nuevo curso. De vez en cuando se rompía el silencio con algún comentario gracioso de alguno de mis compañeros. La verdad es que se notaba que había un buen rollo en clase. Eso molaba.
A las 11:30 sonó el timbre. Acababa el primer día de clase. Por fin. Y sí, he dicho a las 11:30 pero simplemente porque hoy era el primer día. Volvía a casa andando, al igual que muchos. Yo decidí hacerlo sola, no me quería pegar a ningún grupo de amigos por no ser un estorbo, aunque finalmente vinieron hacia mí Ana y sus amigas. Cris, Paloma, Noemí, Ángela y Miriam. La verdad es que eran muy simpáticas, intentaban siempre hacerme formar parte de su conversación con preguntas. Yo ponía de mi parte, aunque claro, me mostraba un poco tímida. Finalmente llegamos a la entrada de mi calle. Ellas seguían hacia delante por lo que me despedí con un simple hasta mañana.
Llegué a mi casa. Eran las 12:15. Llegó el interrogatorio de mi madre al que solo respondí con un: 
-Mamá, todo ha ido bien, la gente es muy simpática.-
Acto seguido me dirigí a mi cuarto, solté la mochila y me conecté. No había nadie de interés. Miré su perfil. El de Marcos, sí, mi ex. No había indicios de que tuviera nueva novia. Miré sus fotos. Cada día más guapo, cada día lo quería más, pero estábamos lejos, muy lejos. Y además, yo fui la que decidí que lo dejáramos. No tenía por qué reprocharle nada.
Lo que quedaba de día fue muy monótono y aburrido. Me pasé la tarde viendo la TV y finalmente cené y me acosté. No sé por qué pero no tenía ganas de nada más. A la cama y a dormir. Mañana será otro día. Sí, este fue mi primer día de clase.

lunes, 5 de diciembre de 2011


Capítulo 1. Presentación.

Hola. Soy Carla. Una chica normal que vive en un pueblo normal con una familia normal. Dicho así no parece nada divertido, pero creedme; mi vida es diferente. Hace poco que me mudé a este pequeño pueblo perdido en el sur de Andalucía. Al principio me costó bastante el cambio de la ciudad al pueblo. Pero es lo que tiene tener 15 años, toca adaptarse a las decisiones de los mayores.
Tengo 3 hermanos, el más pequeño con 3 años, Lucas; después María con 7 y uno mayor, con 19, Mario. El típico chico de ojos grises y guapo que tiene locas a todas mis amigas. Mi padre es perito agrónomo y mi madre es ama de casa… Interesante, ¿eh?
Nos mudamos a este pueblo por motivos de trabajo de mi padre. Es un pueblo pequeño, bonito y a orillas de un embalse. No está mal. Aunque la verdad es que a veces echo de menos el bullicio de la ciudad, el que puedas hacer lo que quieras sin que se entere todo el mundo, el poder ser diferente si tener que ser rara... Y bueno por supuesto echo de menos a mis amigos y a mi novio. Bueno, a mi ex, corté con él porque estaba segura de que lo nuestro no podría funcionar estando tan lejos. Me costó mucho, es más aún sigo enamorada de él.
Los primeros días aquí fueron muy aburridos, teníamos que desempaquetar las cosas, ordenar, limpiar y además no tenía internet, no conocía a nadie. En fin, un total aburrimiento. Además, apenas hablaba con mis amigas, tenía la sensación de que me estaban empezando a olvidar. No, no quería pensarlo. Llevábamos desde pequeñas juntas y me prometieron que la distancia no nos separaría. Eso espero. Joder, ellas son mi vida.