Capítulo 10. Pues la sorpresita es que…
Miércoles. Quizás el mejor día de la
semana después del sábado, claro. Clases relajadas, pero hoy tocaba solucionar
el problema. Sí, intentar arreglar esa gran cagada de la noche anterior. Aún
tenía dentro de mí ese sentimiento de culpa. No iba a ser fácil hablar con
Juan, además esto de hablar en persona estas cosas no se me da bien. Nunca
había estado en esta situación, realmente, nunca la había cagado tantas veces
como ahora. De todas formas, espero que sea verdad eso de que de los errores se
aprende, porque si no la llevo clara… Hoy me recogía Noe, no teníamos mucha
conversación por lo que la mayor parte del camino estuvimos calladas. Llegamos,
allí estaban todas. Nos saludamos como siempre, un beso a cada una y empezamos
con las tonterías. Miré a mi derecha y allí estaba, sí, es el que estáis
pensando: Juan… Me miró y giró la cabeza para otro lado… Era normal. A primera
hora; Biología… Vale, una clase tranquila, Matías empezaría a explicar como
siempre, a su bola. Nunca nadie le presta atención. Me senté al lado de Anabel,
no pertenece a mi grupo de amigas, pero me llevo genial con ella, empezó con el
cachondeo pero la verdad es que cada vez que miraba a Juan se me quitaban las
ganas de seguir con las tonterías, ella se dio cuenta por lo que me obligó a
que se lo contara todo. Me dijo:
-Tía te pasaste tres pueblos, es
normal que esté cabreado…
-Ya lo sé, no me hagas sentir más
culpable…
-Venga vamos, no seas tonta, verás
como al final se arregla todo
-No creo... puf
-Que sí, loca que de aquí a dos días
se le ha olvidado…
-Eso espero…
Me sonrió y me abrazó… Siempre está
para ayudarme, siempre.
De repente y por primera vez en todo
el curso el de Biología se enfadó. Hoy por desgracia se ha dado cuenta de que
nadie le presta atención, nos ha salido caro. Un trabajo sobre la meiosis y la
mitosis para el viernes y 15 ejercicios. Genial. Como ahora tenía tanto tiempo…
Las siguientes horas me las salto, nada de interés. Hasta el recreo. Es entonces
cuando decidí que ya era hora de hablar con Juan. Fui hasta donde estaba y le
dije que solo serían unos minutos, no quería, pero finalmente lo convencí:
-Juan, de verdad que lo siento, me
pasé, soy idiota, estaba cabreada y lo pagué contigo.
-Bah, es igual, lo que importa es
que lo dijiste y punto.
-Sí, lo dije pero no es lo que
pienso…
-Ah ¿no? ¿Y entonces qué piensas?
-Pienso que fue una noche diferente,
que estuvo bien, pero es que tú y yo no estamos hechos para ser pareja…
- Ya, claro, excusas… Que sí, que ya
lo dejaste bastante claro anoche…
-Que no Juan, que no en serio, que
no es eso…
-Carla, déjalo… Ya no valen excusas…
-¡Que no son…!
Se fue, sí se fue… Joder, no hay
forma, no tenía arreglo, pero la verdad es que llevaba razón… ¿Con qué derecho
le reclamaba yo nada?
De pronto vino Anabel y me preguntó
qué tal, se lo dije y me hizo una mueca con la boca, eso sí, me volvió a
asegurar que se arreglaría…
Es que no sé, Juan no era cualquier
amigo, él era un amigo de los de verdad, siempre había estado para ayudarme,
siempre… Pero bueno, los amigos van y vienen… Espero que él no se vaya para
siempre…
15.00 Cada uno para su casa… Hoy sí
me recogía Mario, disfruto cada vez que lo veo llegar… Todas las chicas se
quedan embobadas, es que es tan guapo, puedo presumir de hermano ja ja ja.
Llegamos a casa y me dijo:
-Hay una sorpresita para ti….
¿Qué sería? Ya me estaba poniendo
nerviosa… Entré corriendo a la cocina y allí estaba mi madre sentada con una
enorme sonrisa:
-Carla, hemos pensado en una
sorpresita que creemos que te va a venir bien, últimamente te notamos un poco
apagadilla…
¿Pero como lo hacía mi madre?
Siempre se daba cuenta de todo…
-¿Y? Mamá, no me dejes con la
intriga, ¿qué sorpresa es?
No tenía ni idea de lo que podía
ser… Y mi madre como es tan intrigante me tuvo un rato en vilo.
-Pues la sorpresita es que…