martes, 13 de diciembre de 2011


Capítulo 7. Ni yo misma me entiendo.

Sábado. Esta noche he quedado con varios compañeros de clase. Espero mejorar mi estado de ánimo porque hoy es un día gris, muy gris. Desde que me levanté siento que me falta algo, pero no sé el qué, estoy nostálgica, me apetece estar sola... Puf.. ¿Qué me pasa? Yo nunca he sido así, siempre estaba sonriendo, nunca me rayaba, pero últimamente me paso la mayor parte del tiempo encerrada en mi cuarto. Apenas estoy con mis hermanos pequeños, ya no juego con ellos. Ya no hablo tanto con Mario y con mis padres lo justo y necesario. Estoy cambiando, ese es el problema. Estoy empezando a madurar y no me gusta, quiero seguir siendo como era, sin preocuparme por lo que me puede hacer daño. Pero ya es tarde. Llevo un tiempo negándome a cambiar, negándome a ser quien no quiero ser pero ya es hora de que lo acepte. A esta edad todo son cambios, y algunos no nos gustan pero más me vale aceptarlos pronto.
María y Lucas vinieron a mi habitación, querían jugar al escondite como siempre.

Lucas: Carla, ven a jugar con nosotros al escondite porfa…

La verdad es que no me apetecía, pero me negaba a seguir aislada, así que acepté.

Carla: Claro que sí pequeñajo… ¡Ya voy! Iros escondiendo que si no os encuentro nada más empezar jajajaja

María: No nos encontrarás, ya tenemos escondite… Jajaja ¡Vamos Lucas!

Me sacaron varias sonrisas. Así me pasé 2 horas, jugueteando con ellos y corriendo por todo el piso. Finalmente nos fuimos a ver una peli. Una peli romántica, de las que hacen llorar, pero la verdad es que estuve la mayor parte del tiempo hablando con Mario. Realmente no recuerdo ni el nombre de los protagonistas. Me contó que tal le iba con Raquel, con sus amigos y me ofreció ir mañana al cine con ellos. La verdad es que molaría mucho y ya de paso conocería mejor a Raquel. Pero le dije que no, últimamente decían que me gustaban sus amigos e iba a parecer que iba por ellos, paso.
Cuando terminó la peli me fui a duchar. Cogí la falda que me había comprado mi madre y una camiseta lisa. Me vestí. Me pinté los ojos un poco  más marcados y me dejé el pelo rizado y suelto. Es así como me gustaba. Me puse unos zapatos planos y una chaqueta. La verdad es que el día había mejorado muchísimo y es que ni yo misma me entiendo, en una simple tarde puedo cambiar mi estado de ánimo radicalmente. Tenía ganas de salir esta noche, muchas ganas, y tenía el presentimiento de que algo pasaría. Ojalá que fuese algo bueno. A las 9 llegaron las chicas a por mí. Me despedí de mis padres y de mis hermanos y les dije que no me esperaran despiertos. Hoy llegaría tarde. Aprovecharía la noche al 100%.
Salí y entre risas y tonterías llegamos a la casa de Juan. Allí era la fiesta. Sus padres no estaban ese fin de semana en casa y como vivía a las afueras del pueblo, no molestaríamos a nadie. ¡Genial!

No hay comentarios:

Publicar un comentario