Capítulo 7. Ni yo misma me entiendo.
Sábado. Esta noche he quedado con
varios compañeros de clase. Espero mejorar mi estado de ánimo porque hoy es un
día gris, muy gris. Desde que me levanté siento que me falta algo, pero no sé
el qué, estoy nostálgica, me apetece estar sola... Puf.. ¿Qué me pasa? Yo nunca
he sido así, siempre estaba sonriendo, nunca me rayaba, pero últimamente me
paso la mayor parte del tiempo encerrada en mi cuarto. Apenas estoy con mis
hermanos pequeños, ya no juego con ellos. Ya no hablo tanto con Mario y con mis
padres lo justo y necesario. Estoy cambiando, ese es el problema. Estoy
empezando a madurar y no me gusta, quiero seguir siendo como era, sin
preocuparme por lo que me puede hacer daño. Pero ya es tarde. Llevo un tiempo
negándome a cambiar, negándome a ser quien no quiero ser pero ya es hora de que
lo acepte. A esta edad todo son cambios, y algunos no nos gustan pero más me
vale aceptarlos pronto.
María y Lucas vinieron a mi
habitación, querían jugar al escondite como siempre.
Lucas: Carla, ven a jugar con
nosotros al escondite porfa…
La verdad es que no me apetecía,
pero me negaba a seguir aislada, así que acepté.
Carla: Claro que sí pequeñajo… ¡Ya
voy! Iros escondiendo que si no os encuentro nada más empezar jajajaja
María: No nos encontrarás, ya
tenemos escondite… Jajaja ¡Vamos Lucas!
Me sacaron varias sonrisas. Así me
pasé 2 horas, jugueteando con ellos y corriendo por todo el piso. Finalmente
nos fuimos a ver una peli. Una peli romántica, de las que hacen llorar, pero la
verdad es que estuve la mayor parte del tiempo hablando con Mario. Realmente no
recuerdo ni el nombre de los protagonistas. Me contó que tal le iba con Raquel,
con sus amigos y me ofreció ir mañana al cine con ellos. La verdad es que
molaría mucho y ya de paso conocería mejor a Raquel. Pero le dije que no,
últimamente decían que me gustaban sus amigos e iba a parecer que iba por
ellos, paso.
Cuando terminó la peli me fui a
duchar. Cogí la falda que me había comprado mi madre y una camiseta lisa. Me
vestí. Me pinté los ojos un poco más
marcados y me dejé el pelo rizado y suelto. Es así como me gustaba. Me puse
unos zapatos planos y una chaqueta. La verdad es que el día había mejorado
muchísimo y es que ni yo misma me entiendo, en una simple tarde puedo cambiar
mi estado de ánimo radicalmente. Tenía ganas de salir esta noche, muchas ganas,
y tenía el presentimiento de que algo pasaría. Ojalá que fuese algo bueno. A
las 9 llegaron las chicas a por mí. Me despedí de mis padres y de mis hermanos
y les dije que no me esperaran despiertos. Hoy llegaría tarde. Aprovecharía la
noche al 100%.
Salí y entre risas y tonterías
llegamos a la casa de Juan. Allí era la fiesta. Sus padres no estaban ese fin
de semana en casa y como vivía a las afueras del pueblo, no molestaríamos a
nadie. ¡Genial!
No hay comentarios:
Publicar un comentario