Capítulo 9. Confusiones.
Fue una noche bonita, diferente,
atrevida. Pero nada más. Eso por mi parte, sin embargo por la suya fue algo
más. Sí, algo así como lo que pasó con Damián y conmigo. Ahora yo era la
‘mala’. Ahora ya lo entendía a él. Se lo dije una vez, y otra y otra. No quería
nada más. Fue un rato, sólo un rato. No quería que tuviera tanta
transcendencia. Pero él estaba empeñado en que me quería, en que había sido muy
bonito y que nos queríamos. Si yo a él lo quiero, no lo niego. Pero es un
cariño amistoso, no estamos hechos para ser pareja. No. Él está empeñado en que
sí. Me agobia. Siempre está a mi alrededor recordándome esa noche, esa maldita
noche. Ya estaba empezando a arrepentirme de mis actos otra vez. ¿También la
había cagado por besarlo? ¿Es que siempre la tengo que liar? No pienso, yo
sabía que le gustaba. Ahora dice que juego con sus sentimientos, pero no, esa
no era mi intención. Vamos, que siempre tengo que hacer algo mal. Siempre tiene
que haber confusiones. Juan, solo eres mi amigo… Esa era la frase que protagonizaba
todas mis conversaciones con él. Pero no conseguía que él la entendiera.
Amigos, solo amigos. Siempre de buena gana. Pero esta vez me pilló cabreada,
harta. Y sí, la pagué con él. Fui muy borde. Le dije que nunca estaría con él,
que lo utilicé para divertirme un rato y que esa noche no había significado
absolutamente nada para mí. Espera. Un momento. Sí, le había dado a enviar.
Ahora sí que la había cagado… ¿Pero cómo podía ser tan gilipollas? Era mi
amigo… ¿Qué le había dicho? Lo volví a leer y me tragué cada letra duplicada.
¡No, no no! Había sido demasiado dura. Sé lo que es estar enamorada y ahora
mismo lo había destrozado. Intenté arreglarlo pero ya era tarde. Se desconectó.
Normal. Pensé en enviarle un SMS, pero es que no tenía sentido, ya lo había
dicho, sin pensar, sin saber. La había cagado y solo podía arreglarlo en
persona, aunque no creo que quisiera hablar conmigo… Me fui a la cama y empecé
a golpear la almohada. ¿Por qué? Juan siempre se había portado genial conmigo,
había estado a mi lado siempre que lo necesitaba, me había sacado un montón de
sonrisas y ahora se lo pagaba así. Doy pena, de verdad… No me merezco su
cariño, no… Ana me llamó para mantener nuestras conversaciones diarias
nocturnas pero no tenía ganas. Le colgué el teléfono. Tal vez la hubiese cagado
ahora también con esto, pero ya me daba igual. Yo había nacido para equivocarme
en todo lo que me propusiera hacer, no tenía solución. Yo era como un problema
de mates imposible de resolver, al que finalmente dejas apartado y olvidado.
Esa era yo, no quería pensarlo pero es que tengo el don de hacer las cosas mal.
Soy una desagradecida. ¡Agg! ¿Por qué no pienso un poquito antes de hablar?
Finalmente me quedé dormida. Harta de ser yo misma. Confusiones y más
confusiones que siempre acaban en errores, en grandes errores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario